En la oscuridad de mi jaula, desnudo y desconsolado,
mi cabeza.
No tengo permiso
para tocarme y sé que debo mantenerme arrodillado y con las manos tras mi
espalda. He de ser fuerte y demostrar a mi Señora que obedezco absolutamente
todos sus deseos.
El dolor en mis rodillas empieza a pasar factura y me veo
en la obligación de flexionarlas dentro de lo posible en mi reducida jaula. Sin
embargo, el único movimiento que el reducido tamaño de mi jaula me permite es
posar ligeramente mis nalgas sobre mis talones, y volver a separar mis nalgas
unos 10 centímetros
de mis talones.
Me mantengo haciendo estas lentas “sentadillas” cada 2 ó 3
segundos como único alivio contra el dolor. Durante este interminable
sube-y-baja, de vez en cuando mi pene roza mis muslos, provocándome algo de
placer, pero separo mis muslos para evitar cualquier posible erección, pues mi
Señora no me ha concedido el permiso de tocarme.
Pasa el tiempo y el recuerdo
de mi Señora y su voz continúan retumbando en mi cerebro aumentando mi
ansiedad por Ella. La necesidad de beber a pasado a un segundo plano y más que
nunca me surge una angustiosa necesidad de sentir a mi Señora.
Derrumbado
física y emocionalmente, descanso mis nalgas sobre mis talones.
Mi ansiedad por
Ella me hace estremecer y aunque siempre mantengo mis manos sobre la espalda,
aprieto mis nalgas contra mis talones con fuerza, intentando forzar mis
genitales contra el suelo. Un ligero roce de la parte inferior de mis
testículos contra el suelo me provoca un extraño placer. Separando mis talones
para evitar el choque con mis nalgas, consigo bajar mis genitales aún más hasta
notar perfectamente mi pene posando sobre el suelo y mis testículos sufriendo
una presión placentera.
Sin embargo, y a pesar de intentarlo por un largo
tiempo, no consigo una erección en condiciones, aumentando mi frustración. Cómo
desearía poder tocarme! No puedo más, y la única postura que veo viable para
aguantar arrodillado en mi jaula durante interminables horas es levantar mis
nalgas y bajar mi cabeza y alternar con sentadillas.
Por Usted lo aguanto todo.
Usted es mi Señora, y yo estoy obligado a obedecer todos Sus Deseos
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